El doctor en psicología Leon Festinger fue el primero en proponer la teoría de la disonancia cognitiva tras infiltrarse él mismo en una secta para investigar los principios psicológicos de la misma. Los miembros de la secta creían que la humanidad perecería a raíz de una inundación a nivel mundial, por lo cual la mayoría dejó sus trabajos y vendió sus casas para centrarse en trabajar para la secta. Una vez transcurrida la fecha de la supuesta inundación y al evidentemente no suceder ninguna catástrofe, Festinger notó que los miembros menos fieles admitieron que habían actuado de manera poco racional, aprendiendo la lección de la manera dura.
Sin embargo, los miembros
más adeptos a la secta, en cambio, alegaron que su fe y trabajo produjo un
cambio en el destino de la humanidad, salvándole del terrible desenlace. Según
Festinger, los seres humanos necesitamos de consistencia entre lo que pensamos
y la manera en la que actuamos. La creencia inventada por parte de los grupos
más fieles de la secta es fruto de la necesidad de eliminar esa disonancia.
Además, la disonancia cognitiva es más difícil de soportar cuando es nuestra
propia imagen la que se ve afectada; en este caso hablamos de la percepción de
uno mismo como “estúpido” al haber creído en esa profecía o al enfrentarse a la
dura realidad de que todo lo que se ha hecho por la secta ha sido en vano.